Quitapenas para el 2012
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Quitapenas del Mercado Central de Ciudad de Guatemala 2011 |
La tradicición
Ak kin dios del Sol se retiraba en el horizonte dispuesto a
disputar una vez más su pelea en Xibalbá; si gana, volverá victorioso
ofreciéndonos la posibilidad de disfrutar de un nuevo día. Ixchel a sus cinco años de edad mira el
acontecimiento diario con una mezcla de misticismo y curiosidad. En Tikal, la
Ciudad de las Voces, la noche siempre la invadía de temor; no sólo por las
historias que había oído contar a los ancianos, sino por la constante suma de
ruidos misteriosos que salían de la jungla, ese lugar tan cercano y oscuro.
Como cada noche destapó con sus pequeñas manos la caja de madera que guardaba
junto a su cama sacando de ella un pequeño muñeco de no más de dos centímetros
hecho con alambre y ropas de algodón. Se
acercó el quitapenas a la boca y comenzó a relatarle todos sus miedos y temores
para que, como ocurría siempre, se las llevara con él durante la noche. Colocó
el muñeco debajo de la almohada y cerró sus ojos segura de que todo iría bien.
Las cajitas de colores
Los quitapenas son una aportación francamente interesante de
la cultura Maya al mundo en que vivimos. Como muy bien explicaba Tontxu en su canción "Mis muñecos quitapenas". Guatemala no deja ser como un volcán:
ancestral, bello y violento. Inspirado en ello, mientras viví allí y cada vez
que tenía ocasión, regalaba una de esas pequeñas cajas de colores repletas de
muñequitos hechos de madera, alambre y algodón que tienen la propiedad de
robarnos nuestras preocupaciones mientras dormimos. Cualquier psicólogo podría
explicar cómo funcionan estas técnicas proyectivas de pensamiento negativos,
pero lo que realmente importa es que con los niños funciona muy bien. El auténtico
reto es ver si con los que ya no somos tan niños estos quitapenas siguen
teniendo efecto. Para aquellos que están viviendo momentos difíciles, separados
de sus raíces, sufriendo en la distancia, puede ser una buena estrategia buscar
el muñeco al quién contar nuestras tristezas para que las aleje.
El 2012
Este año que comienza no nos deja indiferentes. Siempre
empezamos un año llenando nuestra cabeza de buenos propósitos, para terminarlo
vaciándolo, en muchas casos, de arrepentimiento. Si ya es difícil llevar a buen
término nuestras buenas intenciones del uno de enero, se convierte en misión
casi imposible cuando arrastramos penas y preocupaciones. Tal vez es por ello
que me acordé de los quitapenas que aún conservo en casa y he comenzado a
relatarles ciertas historias para ver qué hacen con ellas. Por eso, este año,
el año del fin del mundo, os animo a que hagáis como yo y os fabriquéis unos
pequeños muñecos a los que les contéis todos vuestros malos rollos y que se los
lleven con ellos. Y si alguno tiene dificultades con integrar elementos de la
cultura mesoamericana en su día a día, siempre los puede combinar sabiamente
con las tradiciones españolas más arraigadas y utilizar uno de nuestros “quitapenas”
más ilustre, el que nos viene de unas famosas bodegas de Málaga desde 1880: el
autentico vino dulce; ese que se usa en la misa y que bien conocemos los que fuimos monaguillos antes
que frailes. El vino, como el resto de pequeños placeres que siempre está a
nuestro alcance, no deja de ser una excusa más para dejar nuestras penas a
parte y celebrar lo que supone la victoria de Ak kin en el
inframundo: un nuevo día.
Al final todo no es más que un juego,
un juego del que hay que disfrutar como si fuéramos los niños que fuimos para poder disfrutar de cualquier oportunidad, cualquier encuentro inesperado.
En mi caso, a menudo uso los dos...
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