El recién llegado
Para Tomás: El recién llegado
El recibimiento
Sabía que lo esperaban pero aún así no pudo evitar sentir un profundo temor. Cuando tuvo el valor suficiente comenzó a golpear con firmeza; estuvo llamando durante un buen rato sin que nada ocurriera, así que decidió quedarse quieto a la espera. Era una noche fría de noviembre y justo cuando las campanas del reloj de la plaza dieron las doce le invitaron a pasar. Fue un momento desconcertante; durante varios meses sabía que esto iba a ocurrir, todo había terminado. Un inmenso dolor le invadió desde lo más profundo y comenzó a llorar desconsoladamente. Todo era tan desconcertante, tan extraño, tan diferente. El frío, el llanto, la incertidumbre. . . todo cesó en el mismo instante en que la vio. No hubo nada de casualidad, sus miradas se cruzaron y en ese momento supo que ella sería su tabla de salvación. Sin decirse una palabra se fundieron en un profundo abrazo en el que ambos encontraron el consuelo que buscaban. Él intuyó que las cosas no serían fáciles pero supo que contaría con ella para todo. Ella lo abrazó y lo besó delicadamente en las mejillas mientras Tomás, su padre, contemplaba la escena conmovido. Una noche fría de noviembre mi hermana Marta dio a luz a mi sobrino Tomás y desde entonces el recién llegado ha cambiado nuestras vidas.
Una nueva esperanza
Una nueva vida siempre es una nueva esperanza para todos. Tomás ha llegado en un momento convulso y complicado, pero cuando estamos cerca de él nuestros sentimientos se transforman. Es cierto que una bomba siempre hará más ruido que un millón de caricias, pero afortunadamente en el mundo en el que vivimos las caricias, aún haciendo menos ruido, ganan por mayoría. Este sentimiento especial de acoger a un recién llegado al mundo sucede tres veces cada segundo, afortunadamente para nosotros.
Pero este inicio también nos permite reflexionar sobre lo que supone el trauma de nacer; no debe de ser nada agradable que te saquen a empujones y te den una paliza nada más llegar. No me extraña que los bebés se tomen su tiempo antes de decir una palabra. Sea como fuere es una buena metáfora de los cambios y las transformaciones que vivimos, por lo general no exentas de dolor. Ese puede ser el momento de buscar a esa persona que nos da el soporte para soportar el trauma y despertar siendo algo diferente, siendo algo superior. No hay que olvidar que los momentos difíciles siempre son una oportunidad para dar lo mejor de nosotros ya que cada vez que cambiamos nacemos otra vez.
El tiempo, o tal vez nosotros mismos, terminamos por olvidar el niño que fimos, el trauma que pasamos y la ayuda que recibimos. En un mundo convulso y complicado tal vez un nacimiento es un buen momento para descubrir los parecidos, para ser generosos, compasivos y buscar la reconciliación. Tal vez sea un buen momento para anteponer lo mucho que nos parecemos a lo poco que nos diferenciamos; en definitiva un nuevo nacimiento siempre es un buen momento para la esperanza y yo quería agradecérselo a Tomás por recordármelo.
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