La atención es la clave
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Flora Little practicando el Mudra Dhyana |
"La atención es la clave", nos repetía mi padre a mi hermana y a mi justo antes de dejarnos en el colegio; cuando ninguno de los dos llevaba en este mundo más de 2.500 días. Nos insistía en que cuanto más atentos estuviéramos en clase mejores resultados conseguiríamos. Era un buen consejo y con el tiempo he descubierto que pocas cosas afectan más a nuestra vida que la falta de atención.
La angustia del día a día
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Shanghai Avenida Nanjing 南京路 |
En la sociedad occidental, como nos gusta llamarla, nuestro estilo de vida ha evolucionado en los últimos cien años de una forma espectacular con grandes avances que nos han permitido mejoras impresionantes en todos los campos del conocimiento. Sin embargo, como saben bien en las culturas orientales, un gran poder conlleva una gran responsabilidad y precisa de una evolución personal y mental para poderlo ejercer. ¿Lo hemos hecho? Si nos atenemos a las cifras de evolución de las enfermedades mentales asociadas al estrés y la ansiedad parece ser que no del todo. Actualmente vivimos un modelo de vida en el que nos cuesta centrar nuestra atención de forma consciente y voluntaria. Recibimos entre 3.000 y 5.000 mensajes publicitarios al día, nos invaden las noticias de actualidad que son básicamente negativas. Además con la aparición de la web 2.0 y los nuevos dispositivos electrónicos el nivel de impactos de comunicación se ha elevado exponencialmente. Si unimos a todo ello el estilo de vida que llevamos con las amenazas que sentimos fruto de el entorno económico, vemos que estamos sometidos como individuos a un nivel de ansiedad, estrés y lo que se ha dado en llamar tecnoestrés, elevado y constante y por tanto muy perjudicial. Esto impidie que podamos centrar nuestra atención en aquello que realmente es importante.
Lo primero, comprendernos.
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Crocodylus porosus Queensland (Australia) |
Nuestro cuerpo está preparado para responder ante un incremento de niveles de estrés liberando cortisol que es una hormona que, entre otras cosas, nos incrementa el ritmo cardiaco y aumenta el nivel de glucosa en sangre. Básicamente “nos pone las pilas” para salir corriendo literalmente ante una amenaza natural, lo que se conoce como desencadenar respuesta de lucha o huida. Sin embargo, aunque cada vez que escuchamos el telediario no nos faltan ganas, a casi nadie se le ocurre salir corriendo. Por lo tanto los beneficios que tendría la liberación de esa hormona se convierten en perjuicios graves para nuestra salud. Por otra parte, en estados de ansiedad liberamos otra hormona muy conocida, la adrenalina que, si bien tiene unos efectos muy similares al cortisol, puede además estimular al cerebro para que produzca dopamina, hormona responsable de la sensación de bienestar que crea adicción. Aquí es donde está la clave de un peligros círculo vicioso: El entorno nos genera estrés y ansiedad de forma constante, segregamos hormonas que terminan por perjudicarnos, pero que nos crean adicción. Debido pues a la respuesta natural de nuestro cuerpo a un entorno “hostil” nuestra capacidad de atención se haya gravemente disminuida.
Qué necesitaríamos
Hoy en día y de forma mayoritaria entendemos la libertad del individuo como una gran conquista social, pero en palabras de Allan Wallace “… a duras penas podemos ser calificados de libres si apenas podemos centrar nuestra atención.” En este sentido somos más ovejas que se dejan guiar por impulsos que pastortes que conducen su propia vida. Por otra parte, si nos fijamos en las personas que destacan en sus áreas veremos que tienen una gran capacidad para fijar y mantener voluntariamente su atención. Por tanto parece ser que mi padre finalmente no iba muy desencaminado. Pero como conseguir romper el círculo vicioso que describíamos antes. La respuesta es sencilla, no podemos cambiar el mundo pero si podemos cambiar nosotros, así que es por ahí por donde empezar. Lo curioso de la cuestión es que, en teoría y paradójicamente, la suma de cambios individuales nos puede llevar a cambiar el mundo.
¿Por donde empezamos?
Hay una práctica sencilla que nos legaron casi todas las religiones: La meditación. En principio no hay que hacerse un monje budista, ni un santo cristiano, ni sufí musulmán para beneficiarse de esta actividad. Recientemente la prestigiosa revista del mundo de los negocios Harvard Business Review publicaba un artículo del conocido Daniel Goleman en el que señalaba las ventajas que la práctica de la meditación tenía para los directivos de empresas, el título era “Retrain Your Brain”. Transcribo directamente alguno de los párrafos en los que se puede leer esta recomendación: “. . .Encontrar un lugar tranquilo donde no sea interrumpido. Sentarse cómodamente y concentrarse en la respiración. Observe usted mismo inhale y exhale. No intente cambiar su respiración, sólo esté atento a ella. Libérese de pensamientos, sonidos o otras distracciones, dejarlos ir y vuelva su atención a la respiración. Al hacer esta práctica 30 minutos cada día le enseñará a su cerebro a sentirse tranquilo ante las situaciones de estrés en lugar de desencadenar la respuesta de lucha o huida.” Esta recomendación no es otra cosa que un esquema elemental para la práctica de la meditación.
Beneficios claros y recomendables
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Templo budista en Guangdong 广东 China |
En realidad la meditación viene a ser algo así como un "spa" para nuestro cerebro y dado el nivel de ansiedad y estrés al que lo sometemos os aseguro que no le va nada mal. La práctica de la meditación tiene efectos positivos evidentes y científicamente comprobados en la química del cuerpo humano. Entre los más interesantes está la estimulación de hormonas importantes para el buen funcionamiento de un cuerpo saludable y lleno de vitalidad. Por lo que además de compensar los efectos que la química que la ansiedad causa en nuestro cuerpo vamos a disfrutar de otras ventajas interesantes. Destaco el acido amino butírico gamma, o hormona de las emociones, la dehidroepiandrosterona u hormona del sistema inmune, la melatonina u hormona del sueño, la serotonina u hormona de la depresión, las endorfinas u hormona del dolor entre otras.
Las religiones de todo signo nos ofrecen alternativas para realizar este tipo de prácticas, desde los conocidos mantras budistas hasta el rezo del rosario en la tradición cristiana. Sin embargo no dejan de ser vehículos o facilitadores, en el fondo no es necesario profesar ninguna religión para beneficiarse de las ventajas de la meditación. Incrementando nuestra rutina de meditación, además de aumentar considerablemente nuestra capacidad de atención, podremos experimentar sentimientos de felicidad interna y desarrollaremos nuestra capacidad de amor y compasión por los demás. Estos son beneficios colaterales y altamente interesantes si además de cambiar nosotros como individuos queremos construir un mundo mejor.
Un poco de "Punset" para comprender algo más sobre meditación
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